¿Se han dado cuenta de lo tabú que puede ser hablar sobre la depresión? En especial en aquellas mujeres que somos mamás, porque básicamente no sabemos de dónde es que las mamás no podemos sentirnos mal y menos tener depresión.
Hace un buen par de años atrás tomé una -de las tantas- decisiones dolorosas que a una le toca tomar en la vida, en especial cuando te das cuenta que la vida no es cómo te la imaginaste o simplemente no hay voluntad de las partes a mejorar eso que va mal.
Lo que en un principio fue una liberación automática de lo que me tenía «presa» -de verdad me sentía así- con el tiempo fue decantando y convirtiéndose en una competencia interna entre sentirme mal porque mi castillo se derrumbó y sentirme bien porque había logrado dar un paso que jamás pensé en darlo. Pero esa lucha también se exacerbaba cuando tienes un entorno que te dice que agradezcas que saliste, pero que también te fomenta a saber más y más de la otra persona o te informa de manera que sientas competencia. Incluso, cuando ves las redes sociales felices mientras tú juegas entre lo bonito y lo feo de estar en una situación que por supuesto, no te imaginaste desde el inicio.
Hacía ejercicio y me ponía a llorar, intentaba levantarme de la cama y era algo así como casi una tortura china. Cada paso que daba era una tortura y dije: ¡esto está mal! Hasta que un día me levanté, logré tomar hora en el consultorio de mi casa y llegué llorando, pensando que no me tomarían atención. ¿Costó? Muchísimo, la doctora me miraba pero tranquila, diciéndome es normal y que me va a ayudar.
Logré seguir mi tratamiento (que incluyó medicamentos y psicoterapia) y finalizarlo bien. Logré soltar y seguir adelante.
Pasó un estallido social y una pandemia
Cuando una ya ha tenido depresión quedan algunas alarmas que se prenden cuando la vida no va por el camino que comenzaste a trazar post tratamiento.
Eran días de mucho trabajo, días en que se me movió mal el piso, todo lo que yo pensaba que era de una manera comenzó a ser de otra y eso generó en mi una inestabilidad. Sé que no era la única, porque muchos durante el boom de la pandemia se nos movieron las piezas de los sentimientos y nos cambió la vida en un 1, 2 por 3.
Y de repente escuché:
Ya sé que todo se podría acabar
Y qué
Asi no odio más
Asi no hablo más
Asi no limpio masVacaciones en el mas allá
PEDRO PIEDRA – VACACIONES EN EL MÁS ALLÁ
Ya sé que todo se podría acabar
Asi
No me quiero ir
Me estoy divirtiendo aquí
Estuve -creo- un día entero escuchando la canción y sentí que al fin alguien me sacaba las palabras de la boca. Al fin sentía claro que era lo que me estaba haciendo sentir confusa, sin ganas de vivir, sin risas, sin alegrías, con mi cabeza y corazón atrofiadas.
Sentí esa necesidad fuerte de pedir ayuda y la obtuve. Pude pedirla. Fueron varias sesiones con llanto, pero siempre fue la primera sesión la que recuerdo cuando le dije al psicólogo: esto es lo que siento y le puse la canción o le leí parte de la letra.
La música de Pedro Piedra o en este caso «Vacaciones en el más allá» me hicieron sentir que no es que no quisiera estar aquí, sino que era una pausa, porque no daba más, no podía con más cosas en mi mochila emocional. Era un voy y vuelvo. Por eso es que me hace sentido: «ya sé que todo se podía acabar… no me quiero ir… me estoy divirtiendo aquí».
No es que yo quiera eliminarme, es casi ponerme en pausa y luego volver. Porque sé que acá estoy bien. Y al final, eran alertas para no volver a ese hoyo profundo en el que estuve en algún momento.
Y hasta el día de hoy escucho esta canción y le agradezco haber sido mi alerta, haber sido esa luz en el camino para poder volver a salir adelante. Y cuando la escucho no siento lo malo, siento lo bueno que me hizo poder vivir ese período, tener ayuda y darle para adelante.
Si te sientes así: PIDE AYUDA. Hay profesionales, hay gente que te dará esa mano emocional que no tienen ni los amigos ni tú. Pedir ayuda NO te hace menos persona ni menos valioso. PEDIR AYUDA es la forma que uno tiene para salir y tomar aire.