Debo decirlo a los cuatro vientos o mareas de la internet: ESTAR EN CASA AGOTA.
Y lo digo porque de verdad muchas personas me dicen cuando trabajo en casa que es rico, entretenido, muchos piensan que trabajo en pijama y que mientras trabajo veo 250 veces Orgullo y Prejuicio como la chilena que la vio muchísimas veces solo porque le gusta. Increíble que una persona haya visto tantas veces Orgullo y Prejuicio en un año -espero vencerla-.
Mamita, NO ES ASÍ.
Yo algo que he aprendido con este año de estar trabajando freelance es que la casa mata. Mata porque las mujeres, desgraciadamente asociamos a la casa = mantener el hogar. Estar en casa trabajando tiene un componente super complejo que es que no logramos disociar lo que es trabajo y lo que es “casa”, más cuando todos te dicen que “tienes más tiempo” y en realidad delimitar la línea entre trabajo y casa dentro de la casa es muy complejo, partiendo por algo increíblemente fundamental: tu espacio de trabajo.
CONSEJO NÚMERO 1: Ten tu propio espacio de trabajo.
Suena como de perogrullo, pero cuando comienzas a trabajar en casa relativizas tener tu propio espacio, porque básicamente lo compartes todo, pero no es así, necesitas tener un espacio dónde tu mente se concentre en trabajar, porque de lo contrario estarás pensando siempre en todo eso que te falta por hacer, pensando que la mesa está sucia o que no están lavadas las tazas.
Incluso puedes ponerte a pensar en que hay cosas más importantes, pero tu espacio de trabajo ES importante, que sea casi como ir a una oficina o taller, es un lugar dónde las cosas son para trabajo y para lograr hacer crecer tu emprendimiento.
¿Qué significa tener tu espacio? Es habilitar un lugar en tu hogar dónde se encuentren tus cosas para trabajo: desde un escritorio, lápices, impresoras y otros hasta las máquinas que ocupas, o si tienes un emprendimiento en pastelería y utilizas tu cocina, tener las cosas de tu emprendimiento a parte de las de la cocina que usas en tu día a día.

CONSEJO NÚMERO 2: Dineros separados.
Así cómo les digo que tienen que tener sus cosas separadas, les digo lo mismo de las platas de tu emprendimiento. En especial cuando tienes costos fijos.
En mi caso, por ejemplo, tengo costos fijos bajos porque trabajo principalmente con mi computador y mi movilización, pero también debo incluir comida y reparaciones de vez en cuando.
Pero si tienes costos más altos como por ejemplo los fijos de hacer pastelillos o pan por ejemplo no puedes mezclar con la plata de la casa, esa que se ocupa para sobrevivir día a día. Quizás en alguna ocasión muy específica, pero el resto debe ser utilizada para su fin.
La plata de la casa es la plata de la casa y la del negocio, la del negocio. Como dicen por ahí “cuentas claras mantienen las amistades”.
CONSEJO NÚMERO 3: Verbaliza que vas a trabajar dentro del hogar.
Una de las grandes dificultades de trabajar en casa es que los niños y niñas “no entienden” a la primera que mamá está en casa pero realizando otra acción que no es “estar a cargo de ellos”, sino que enfocado en lo que tienes que hacer de tu trabajo sea el que sea.
Verbalizar quiere decir “en este momento mamá está trabajando” “éste es el trabajo de mamá”. Evitar quedarte callada, porque nadie es adivino para saber qué hay un otro haciendo algo distinto a lo habitual.
Si, porque los niños y niñas quieren estar contigo y muchas veces necesitas enfocarte en hacer cosas súper exactas y ellos piensan que estás disponible, pero si bien estás ahí, estás con la cabeza en otra, que es la pega.
Poco a poco entenderán que el trabajo también se hace en casa.
CONSEJO NÚMERO 4: Busca tu propia organización
Hubo un momento en que yo me ponía a trabajar al tiro a penas dejaba de atender a las niñas y mandarlas al colegio. Pero luego llegaba y me paraba mil veces, para lavar la loza, después me dentaba de nuevo a trabajar, con suerte 5 minutos, me volvía a parar porque recordaba que había dejado sin aspirar el living, volvía a sentarme 10 minutos avanzaba tres cosas y me iba a hacer la cama y así se me hacían las 15 hrs. Y no había hecho ni un tercio de todo el trabajo que debía hacer.
¿Algo estaba fallando? Por supuesto. Después descubrí que dejar las tazas sucias o la cama sin hacer me desconcentraban porque como les decía en el punto uno: me faltaba tomar consciencia de que estaba trabajando y no a cargo de la casa.
Entonces, comencé a descomprimir mi agenda ordenándola: primero aseo general de la casa, que todo quede hecho, luego prepararme algo para comer -idealmente sano-, sentarme a trabajar una hora, levantarme para hacer una especie de pausa activa, me volvía a sentar a trabajar y así lograba avanzar mucho más que cuando dejaba las cosas de la casa sin hacer.
Aún recuerdo cuando Tomas Vera, yo de los ex jefes que tuve dijo: “hacer tu cama debe ser la primera tarea que debes hacer en el día”. No la comprendí bien hasta que analicé que hacer la cama tiene que ver con organizar tu espacio personal y vital para así poder avanzar en el resto.
Suena extraño, pero hacer la cama como tú primera tarea te descomprime muchas cosas, y te mejora el ánimo y disposición para trabajar dentro de casa.

CONSEJO NÚMERO 5: Créete el cuento
El que estes en la casa NO quiere decir que NO trabajes, aunque te lo digan mil quinientas veces.
Trabajar en casa es duro y complejo, pero se puede, y por eso tienes que creerte el cuento que estás trabajando y no “aprovechando de estar en casa”.
Obvio qué hay beneficios, pero primero es el trabajo y luego el resto.
¿Estás pensando en trabajar en casa? ¿Cuál crees tú que es el mayor desafío?